¿Se ha perdido el espíritu cooperativo? ¡Menos mal! (I)

¿Se ha perdido el espíritu cooperativo? ¡Menos mal! (I)

Ander Etxeberria, responsable de Difusión Cooperativa de MONDRAGON
Es habitual escuchar que hoy en día no hay espíritu cooperativo, que hace tiempo que se perdió.
16/07/2024

Entre quienes dicen estas cosas destacan las personas que no trabajan en cooperativas, las personas socias actuales y las que trabajaron en cooperativas. Por mi parte, espero que a la hora de jubilarme no diga lo mismo, porque debería preguntarme qué hice cuando estaba activo.

Vayamos al grano. Para empezar, hay que recordar que es muy habitual que veamos con nostalgia o idealizados los tiempos pasados de cualquier organización (empresa, asociación cultural, club deportivo…) o tradición (fiestas patronales, cenas familiares de Navidad…).

“Hay que recordar que es muy habitual que veamos con nostalgia o idealizados los tiempos pasados de cualquier organización o tradición. ¡También las cooperativas!”

¿Cómo fue la Experiencia Cooperativa de MONDRAGON en los inicios? He traído tres, entre otros muchos: el número de votos, el papel de la mujer y la preocupación por el medio ambiente.

  1. En los primeros diez años de Ulgor las personas socias no tenían el mismo derecho de voto. El voto dependía del índice: si el índice de un socio o socia era 1,4, tenía 1,4 votos, y si el de otro era 2,3, tenía 2,3. Luego se estableció el sistema de una persona socia, un voto. ¿Por qué lo cambiaron? Las crónicas de la época cuentan que fue por las presiones recibidas de aquí y de allá, y porque en la práctica no había diferencias significativas entre el voto cualificado y el votos entre iguales.

  2. En los primeros años las mujeres cobraban el 90% respecto a los hombres en la misma categoría. Además, las mujeres debían dejar su trabajo cuando se casaban. El propio LagunAro contó con una prestación de dote para las socias que contraían matrimonio, como contrapartida a la obligación de abandonar la cooperativa. Primero, la propia ley obligaba a dar de baja automáticamente a las mujeres que se casaban. Más adelante, se modificó la ley para que las mujeres casadas pudieran seguir trabajando, pero las cooperativas mantuvieron la norma unos años más.

  3. Durante décadas el río Deba ha sido uno de los ríos más contaminados de la vertiente cantábrica peninsular. Para las empresas que estaban (y están) situadas en la ribera del río era más una alcantarilla que un río. Los vertidos eran habituales. En el valle de Léniz hay quien recuerda que en los años 70 el color de Deba era un día gris, otro morado…

¡Cuánto han mejorado en estos ámbitos las cooperativas!

Menos mal que hace tiempo que se perdió el espíritu cooperativo.