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Riesgo cardiovascular (ECV) ¿Sabes cúal es el tuyo?
Sin embargo, se puede evitar el 80% de muertes prematuras por ECV, según la Organización Mundial de la Salud, sobre todo siguiendo hábitos de vida saludables, cuyos pilares fundamentales son la alimentación y la actividad física. La evaluación del riesgo cardiovascular, o riesgo cardiovascular, es un primer paso preventivo que se puede conseguir a través de unas calculadoras de ECV que utiliza el personal sanitario y que están disponibles en la red. Estas calculadoras calculan la probabilidad de sufrir un episodio cardiovascular en 10 años utilizando diferentes datos (edad, sexo, tensión arterial, tabaquismo y valores del colesterol, colesterol HDL, colesterol LDL o colesterol HDL, según la calculadora utilizada).
El conocimiento del ECV propio no sólo es necesario para valorar la probabilidad de sufrir un episodio cardíaco y establecer una estrategia para reducirlo, sino también para interpretar los resultados de unas pruebas introducidas en un análisis de sangre. Así, en los informes de laboratorio es habitual encontrar un texto, tanto para el colesterol no HDL como para el colesterol LDL, indicando los valores deseables en función de la ECV de la persona. En el caso concreto del examen anual que Osarten realiza a los trabajadores, aparece la siguiente información:
Tal y como propone el programa PECS (Programa de Empresas Cardiosaludables) de la Fundación Española del Corazón, las empresas deben abordar la prevención y promoción de la salud cardiovascular como eje de cohesión interna y productividad empresarial, a la vez como vector de progreso que beneficia a toda la sociedad.
Veamos cómo interpretarlo con un ejemplo: si una persona tiene un colesterol no HDL de 154 mg/dL, puede pensar que es adecuado, ya que su valor de referencia es inferior a 160 mg/dL. Sin embargo, si esta persona tiene RCV moderado (con calculadora de riesgo u obtenido con otro instrumento), el valor deseable no será inferior a 160 mg/ dL, sino inferior a 130 mg/dL. Por lo tanto, el resultado inicialmente considerado correcto (154 mg/dL) es alto para esta persona, y sería conveniente acudir al médico como resultado objetivo para establecer las medidas necesarias para su consecución.
Es evidente, por tanto, que es necesario conocer el dato de RCV para poder interpretar el resultado del informe analítico y que la persona trabajadora podrá acudir al servicio médico de su empresa para que le calcule su RCV.
El conocimiento de la ECV individual no sólo es necesario para valorar la probabilidad de sufrir un episodio cardíaco y establecer una estrategia para reducirlo, sino también para interpretar los resultados de unas pruebas introducidas en un análisis de sangre.
Tal y como propone el programa PECS de la Fundación Española del Corazón, Programa de Empresas Cardiosaludables, las empresas deben abordar la prevención y promoción de la salud cardiovascular como eje de cohesión interna y productividad empresarial, al tiempo que como vector de progreso que beneficia al conjunto de la sociedad.