Más leído
- 1. El último número de TU Lankide analiza el Año Internacional de las Cooperativas
- 2. ADI Data Center Euskadi arranca con la construcción de su segundo centro
- 3. "Además de financiación, MONDRAGON nos da acceso a su extraordinario ecosistema"
- 4. De Mondragon Unibertsitatea a campeón del mundo de Fórmula 1 con McLaren
- 5. 10 proyectos premiados en los MONDRAGON TFG-TFM Sariak 2024
- 6. Fagor vuelve al mercado del Confort
- 7. La XII edición del Foro MONDRAGON reúne en el Kursaal a más de 400 personas de las cooperativas
- 8. Javier Amezaga, nuevo director general de la División de Equipamiento de MONDRAGON
- 9. MONDRAGON y Mondragon Unibertsitatea México fortalecen su colaboración para la innovación y el desarrollo de talento en América Latina
- 10. La campaña de ayuda a las personas damnificadas por la DANA sigue activa en Eroski
Nerea Basterra: “Siguen siendo muchas las veces en las que las empresas no respetan los derechos humanos”
Recientemente MONDRAGON participó en unas jornadas sobre “Empresas y Derechos Humanos: hacia una ley española de debida diligencia empresarial” y al hilo de la misma, reflexionamos con Nerea Basterra sobre el papel social de las empresas en la actualidad. “La sociedad está evolucionado hacia posturas más exigentes, tomando conciencia de la responsabilidad de todos los actores a la hora de reducir las desigualdades, incluyendo el ámbito empresarial”. Y es precisamente en ese ámbito donde desde la Plataforma por Empresas Responsables se denuncian casos de abusos de empresas del Estado y de grandes multinacionales con estrategias globales. “Casos que muestran como la ausencia de una regulación que obligue a las empresas a contar con mecanismos de debida diligencia vulnera los derechos de las personas e impactan en el medio ambiente”, asegura Basterra.
El 23 de abril de 2013 el complejo fabril Rana Plaza, en las afueras de Dhaka (Bangladesh) crujió bajo los pies de sus miles de apretados ocupantes.
¿Aunque la sociedad está tomando conciencia, siguen siendo demasiados los casos de vulneración de derechos humanos y medioambientales en la implantación de empresas o ejecución de proyectos en el mundo?
Siguen siendo muchas las veces en las que las empresas no respetan los derechos humanos. En 2011 Naciones Unidas aprobó los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos con el objetivo de lograr resultados tangibles para personas y comunidades afectadas, contribuyendo así a una globalización socialmente sostenible. Pero la realidad nos demuestra que la voluntariedad no es suficiente: Catástrofes como la del Rana Plaza (Bangladesh), en la que murieron 1.134 trabajadoras textiles en condiciones deplorables y más de 2.000 resultaron heridas, múltiples desastres humanos y ambientales en grandes proyectos mineros y energéticos siguen sucediéndose en diferentes zonas del planeta.
Catástrofes como la del Rana Plaza (Bangladesh), en la que murieron 1.134 trabajadoras textiles en condiciones deplorables siguen sucediéndose en diferentes zonas del planeta
Mas allá de la voluntad y del cambio de conciencia, es necesaria una Ley que obligue a las empresas y sancione casos de vulneración. ¿En España no existe aún ninguna ley que regule este ámbito?
Es cierto que ha habido un cambio de mentalidad, y ya nadie pone en duda la responsabilidad de las empresas, pero como nos demuestran estos casos, es necesario convertir esa voluntad en requerimientos legales. Por eso estamos viendo, gracias a la presión de la sociedad civil e incluso de los propios inversores, un incremento de los requisitos legales sobre empresas que está afectando a los mercados de todo el mundo, con regímenes obligatorios de diligencia debida en materia de derechos humanos ya establecidos o en desarrollo en un número creciente de jurisdicciones, particularmente en el contexto de la UE, que en marzo de 2021, inició el proceso para una Directiva Europea sobre Debida Diligencia y Responsabilidad Corporativa que ahora está en debate y tramitación. Es importante que todo el mundo sepa que en ese proceso existen presiones por parte de las grandes corporaciones para que sea lo más laxa posible y las ONGs exigimos al Gobierno español y a la propia UE que no cedan a esos intereses para que la regulación sea rigurosa. En países como Francia, Alemania o Noruega ya cuentan con leyes nacionales propias y en Austria, Bélgica, Luxemburgo o Países Bajos está en proceso de tramitación.
¿Cuál es la situación en España?
En España, el Gobierno incluyó una “iniciativa legislativa de protección de los derechos humanos, la sostenibilidad y la debida diligencia en las actividades empresariales transnacionales” en el Plan Normativo Anual para 2022 y en octubre, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 compartió un anteproyecto de Ley con el resto de Ministerios y el borrador se encuentra pendiente de discusión en el seno de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. Si queremos que la Ley se pueda aprobar en lo que queda de legislatura, es urgente que se apruebe en Consejo de Ministros antes de finalizar el año, por eso estamos presionando desde la Plataforma para que esto suceda y podamos contar con una regulación estatal cuanto antes.
¿Cuáles son los sectores con mayor riesgo de vulneración de derechos?
Uno de los sectores más problemáticos es la industria extractiva, que genera desastres medioambientales y humanos de manera recurrente. También el sector de la agroindustria es de alto riesgo, incluyendo en los países europeos, con mucha mano de obra migrante trabajando en condiciones que vulneran sus derechos. El sector textil, el de la llamada “fast fashion”, también es un sector de alto riesgo en sus largas y complejas cadenas de valor además de generar un impacto medioambiental importante. Muchas de estas vulneraciones de derechos laborales, humanos y medioambientales ocurren en países de Asia, África y América Latina, y las empresas que se benefician de los mismos, en su mayoría grandes transnacionales norteamericanas y europeas, no se hacen responsables.
Uno de los sectores más problemáticos es la industria extractiva, que genera desastres medioambientales y humanos de manera recurrente. También el sector de la agroindustria es de alto riesgo, incluyendo en los países europeos, con mucha mano de obra migrante trabajando en condiciones que vulneran sus derechos
Además de conciencia hacen falta leyes que regulen y limiten. Pero la primera parte es fundamental para llegar a la consecución de la segunda. ¿Cómo ha evolucionado la sociedad?
En la opinión pública ha habido una evolución clara desde un discurso neoliberal que imperaba en los 90 y principios de los 2000, a una mirada más social y ecológica: Ya no todo vale en beneficio del capital, pero nos queda mucho camino por recorrer ya que la mayoría de la gente no somos conscientes de las condiciones en las que se producen la mayoría de los bienes que consumimos. Está claro que no podemos seguir comprando productos a bajo coste a costa del sufrimiento de muchas personas que trabajan en condiciones de esclavitud o de la contaminación de ecosistemas que impiden la vida a comunidades enteras en otros países. Para seguir preservando su beneficio, muchas grandes corporaciones presionan a los países en los que operan para que relajen sus regulaciones o se lavan las manos escudándose en las empresas locales que subcontratan. Por eso este es uno de los grandes temas de discusión: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de estas grandes empresas?
Está claro que no podemos seguir comprando productos a bajo coste a costa del sufrimiento de muchas personas que trabajan en condiciones de esclavitud o de la contaminación de ecosistemas que impiden la vida a comunidades enteras en otros países
Incidiendo en el tema de la toma de conciencia, también queda mucho por hacer.
Muchas veces no nos planteamos ni existe información pública sobre los productos y servicios que consumimos, no sabemos ni de dónde vienen ni cómo se producen. Hablamos de nuestra ropa, nuestra comida, los carburantes que consumimos… ¿Sabemos en qué condiciones han sido producidos? ¿O qué daños han generado en el medioambiente? ¿Cómo es posible que se permita que lleguen a Europa productos que tienen un impacto medioambiental terrible en el sur o que incumplen todos los derechos humanos? De la misma manera que no se nos ocurre que pueda entrar un producto que no cumpla unos altos estándares sanitarios, debe aumentar la conciencia y la presión ciudadana para que todo esto se regule: Debemos exigir garantías para no seguir alimentando un modelo completamente injusto.
Qué nos dices de las cooperativas. También somos grandes compañías con implantación en muchos países. ¿Cómo nos ves?
El modelo cooperativo habla de intercooperación, de transformación social… con estos principios rectores entiendo, en coherencia con su propia filosofía, que MONDRAGON se implanta en otros países de forma diferente a otras grandes corporaciones. Pero, si bien mantener la responsabilidad y la vocación de generar una transformación social más allá de sus fronteras está en el ADN cooperativo, es importante que esto se monitoree de manera permanente y cumpliendo los más altos estándares de debida diligencia que, además, en breve serán legalmente exigibles. Sabiendo que hay competidores que se saltan los derechos humanos y medioambientales creo que hacerlo bien sin esperar a la ley puede ser una ventaja competitiva para el Grupo en sus procesos de internacionalización, asegurando la sostenibilidad de sus operaciones y su impacto positivo en personas y comunidades a medio y largo plazo.
La ley debida diligencia tiene impacto en bastantes de los objetivos 2030, en los más vinculados al medioambiente, y a los derechos humanos, desigualdades sociales, de género y de origen
En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, hablamos de una globalización socialmente sostenible. ¿En qué se traduce?
La ley debida diligencia tiene impacto en bastantes de los objetivos 2030, en los más vinculados al medioambiente, y a los derechos humanos, desigualdades sociales, de género y de origen. Por eso decimos, que también para las cooperativas y el entorno de MONDRAGON es especialmente relevante plantearlo como una oportunidad de participación de las personas de las comunidades en las que están implantadas las cooperativas. Una corporación como vosotros puede maximizar los impactos positivos y realizar una gran contribución. Si las cosas se hacen bien puede ser catalizador de cambio también para otros actores, y permitirnos mostrar a la ciudadanía vasca y al mundo como otra manera de hacer negocios es económicamente viable pero mucho más positiva para las personas y el planeta.