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Mikel Alvarez: "A la espera de la vacuna, necesitamos más muestras y pruebas. No tenemos otra forma de limitar el virus"
Con el foco puesto en el virus Covid-19, empecemos hablando de los antecedentes y su influencia en el mundo.
Tenemos que pensar que esta pandemia Covid-19 apareció hace seis meses. En los últimos años siempre ha habido una amenaza de posibles epidemias. De hecho, virus y bacterias brotan ocasionalmente, como sucedió con el Ébola, la gripe aviar, la gripe porcina, etc.
Recuerdo el brote SARS-CoV-2 de 2003 en China. En aquel momento trabajaba en el hospital de Basurto y pensamos que igual llegaría a Europa, y aunque se dieron algunos casos, se limitó y se dieron cerca de 8.000 casos en el mundo. ¿Por qué se limitó? ¡Nadie lo sabe!
Ahora, cuando conocimos los primeros casos de coronavirus, también pensamos que se limitaría a la zona de Wuhan. Pero, no ha sido así y nos ha sorprendido a todos.
Con la sospecha de que podría ser una gripe, pero ha resultado ser mucho más grave.
¡En efecto! En este sentido, yo diría que la capacidad de reacción por nuestra parte ha sido demasiado lenta. De hecho, la información que recibíamos de China era bastante relevante, sobre todo en términos de mortalidad y porcentaje de enfermedades graves. Desde las autoridades académicas y políticas escuchamos que igual podía ser una gripe, aunque leyendo con cuidado lo que estaba sucediendo en China, ya se percibía que no era así. Finalmente, nos pilló desprevenidos y aguantamos como pudimos la tormenta y el oleaje, que por desgracia ha vuelto a surgir con nuevos brotes.
Si queremos preservar nuestro sistema productivo, tenemos que limitar más las relaciones humanas que tanto amamos.
Si hablamos de soluciones, ¿cuándo tendremos una vacuna? Y, mientras ¿qué podemos hacer?
Normalmente el virus no tiene un tratamiento específico, las bacterias sí, y la principal medida médica contra las infecciones víricas es la vacuna. Sin embargo, el desarrollo de la vacuna tarda alrededor de cinco años. En este caso, por su influencia en el mundo y su situación actual, se ha priorizado el desarrollo de la vacuna y se ha destinado mucho dinero. Por lo tanto, probablemente se logrará la vacuna en menos tiempo; y quizá podemos tenerla a mediados del año que viene.
Por lo tanto, mientras no llega la vacuna, los recursos en cuanto a tratamientos son muy escasos. En consecuencia, no hay más que limitar los contactos entre personas. Es decir, al tratarse de una infección respiratoria es necesario utilizar mascarillas, lavarse las manos, quedarnos en casa y limitar nuestras relaciones.
Las herramientas que tiene la sociedad para limitar el coronavirus son muy escasas, por lo que no hay más que limitar los contactos entre nosotros.
Es cierto que esas limitaciones, rigurosas durante el confinamiento, han conseguido limitar el virus.
Eso es. Cuando nos confinamos de golpe, conseguimos disminuir la fuerza de la primera ola, pero la ola ha vuelto a llegar a nosotros y vuelve a resurgir, justo cuando volvemos a tener contacto entre nosotros.
En ese sentido, creo que deberíamos poner más límites. Si queremos preservar nuestro sistema productivo, es decir, si queremos seguir trabajando, tenemos que limitar las relaciones humanas que tanto amamos. En caso contrario, volveremos al confinamiento y podría llegar otra ola: la de la pobreza.
¿Y qué puede pasar en invierno? ¿Se puede agravar el problema?
Los virus normalmente son estacionarios, es decir, se dan más en invierno. Ahora, por la prevalencia del virus, el coronavirus también se está dando en verano y las cosas se pueden complicar más si busca su propio ambiente en invierno.
Y es que en invierno también vendrán otros virus que vienen a nosotros hace cientos de años y que se mezclan con el coronavirus. Por eso, insisto, es necesario tomar medidas más estrictas y limitar nuestras relaciones: viajar menos, sacrificar contactos…
En invierno puede empeorar la situación, ya que el coronavirus se mezclará con otros virus que llegan a nosotros todos los años.
¿Cuáles son las previsiones a futuro?
Si analizamos las diferentes opciones de la situación actual y las de futuro, podemos decir que la vacuna tardará en llegar. Y después habrá que priorizar su producción para poder abastecer a 8.000 millones de personas, en las dosis necesarias.
Si hacemos un repaso de nuestra historia más cercano, nosotros no hemos conocido situaciones similares y tampoco nuestros padres. Quizás nuestros abuelos sí, con la epidemia de la gripe de 1918. Pero, a la vista de los datos de la primera ola, está claro que tenemos que cambiar las costumbres, limitar las relaciones sociales, proteger a las personas mayores…
Y la herramienta más eficaz para los planificadores administrativos o sanitarios es la trazabilidad, es decir, la toma de muestras y pruebas, para el control y la limitación del virus.
Cómo presidente de Mondragon Unibertsitatea, ¿podemos adelantar cómo será el comienzo del nuevo curso?
Desde el punto de vista académico, hay que pensar que los jóvenes tienen más relación entre ellos que las personas mayores. Por ello, tendremos que tomar medidas de limitación, aunque no podemos hacer un cierre absoluto, ni en la industria, ni en la educación, ni en las relaciones sociales.
Por ello, el equipo decano y directivo ha pensado que en los primeros cursos se adecuarán las aulas y se establecerán medidas preventivas. Porque durante los primeros años, la presencia es fundamental. A partir de ahí, con el alumnado de tercero y cuarto se implantarán otros sistemas con presencia y medios electrónicos.