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Más allá del reciclaje: la economía circular
Durante años fuimos conscientes del cambio climático como lo somos de las guerras en países lejanos o de los desastres naturales al otro lado del océano. Observando con prismáticos desde la grada: “Esto no va conmigo”.
Como reflejó la participación en la Huelga Mundial por el Clima del pasado 27 de septiembre, personas de todo el mundo ya lo sienten un problema propio, una situación ante la que reaccionar.
El pasado abril se registró el volumen más alto de CO2 en la atmósfera desde hace tres millones de años: 415 partes por millón. No solo el uso de combustibles fósiles crea esta situación, todas las industrias contribuyen porque el proceso de producción no difiere mucho de una a otra. Cambiar las prácticas en cada uno de ellos mejorará la situación, pero es necesario ir más allá, remontarnos al origen del problema.
Fue en el siglo XVIII, desde la década de 1760, cuando James Watt revolucionó, con su modelo de máquina de vapor, la forma en la que se producían los bienes, y con ello la economía. Este modelo se podía aplicar a las máquinas rotativas. Llegó la producción en masa. La Revolución Industrial. Extraer, producir, consumir. Así, durante los 300 años que siguieron. La producción siguió creciendo exponencialmente. Más y más cosas en más y más países nos dan acceso a productos de todo el mundo a precios asequibles.
Este modelo de economía lineal, que trata las fuentes de energía y demás recursos como infinitos, es la base del problema, y, por lo tanto, de la solución. En este modelo, el ciclo de vida de los productos nunca se cierra. Simplemente, se convierten en residuos.
Cerrar ese ciclo, imitando la forma en la que funcionan los ecosistemas en la naturaleza, abre las puertas a un nuevo concepto: la economía circular, basada en la reutilización de los residuos con el objetivo de reducirlos al máximo, y en optimizar la vida de los productos para generar menos deshechos, mitigando a la vez la contaminación producida en cada fase de la producción.
Más allá del esfuerzo por producir de un modo más sostenible, en España ya hay proyectos que han nacido con un modelo de negocio basado en la economía circular.
Una marca de moda que, junto con pescadores de todo el país, recogen plástico del océano, lo trabajan y lo convierten en hilo para confeccionar prendas. Una empresa dedicada a vender con descuentos la comida que sobra en los restaurantes. Pequeñas contribuciones dentro de proyectos más grandes, como cafeterías que hacen su propio exfoliante con los posos de café que sobran… Los primeros pasos andados por quienes están abriendo camino.
Sandra Martín es una de las pioneras de la transición a la economía circular en España. Cuenta a The Objective que hace cuatro años, mientras trabajaba como arquitecta, se enfrentó a esta pregunta: “¿Qué hacéis con todo lo que sobra una vez que la estructura diseñada cumple su función?”. Y esa fue la chispa que prendió la llama. En 2016 fundó Smartincircles, un espacio de investigación y producción de estrategias circulares creativas.
La colaboración y la creatividad son las dos claves, según Martín, de la transición a la economía circular. Para rediseñar el sistema hacen falta soluciones creativas, y se tiene que colaborar pensando que lo que cada uno hace individualmente puede nutrir a otros agentes. A propósito de los españoles explica: “Yo creo que colaborar nos sale de dentro, por nuestra forma de ser, aunque en el día a día estemos acostumbrados a ir por libre”.
En Smartincircles dan mucha importancia a la educación como punto de partida del cambio. La concienciación de la sociedad es un pilar clave. “No son solo las empresas y los políticos. Todos tenemos un papel en esto”, apunta su fundadora.
La forma de consumir de cada una de las personas influye. “Es importante no priorizar solo el valor económico de las cosas, sino también el social y medioambiental. Preguntarnos a la hora de consumir cómo estamos contribuyendo a la salud del planeta y a una economía regenerativa”. También es importante recuperar la cultura del cuidado de las cosas que tenemos, que se perdió cuando el tiempo de escasez dio paso al de la abundancia. Como dice Martín, ahora mismo somos una especie de parásitos, y tenemos que aprender a ser promotores de vida.
El papel del Gobierno
Para un país como España, con casi 47 millones de habitantes y dividido en 17 Comunidades Autónomas, la transición a un nuevo modelo de economía es un reto considerable. Por eso, Sandra apunta a la importancia de gestionarlo no solo a nivel nacional, sino sobre todo local y regional.
En España, 2018 fue un año clave. “Desde entonces”, nos cuenta, “se ha integrado el término en la conversación de la sociedad”. En febrero se publicó el borrador de la Estrategia de Economía Circular. Este borrador va acompañado del Primer Plan de Acción de Economía Circular, que recoge 74 líneas de actuación.
El Ministerio de Transición Ecológica ha informado a The Objective de que algunas de estas medidas ya se han iniciado, a pesar de las complicaciones que supone llevar desde abril en un gobierno en funciones.
En primer lugar, se ha firmado un pacto por una economía circular que busca la colaboración de la sociedad, de sus agentes económicos, sociales y políticos. Empresas como Ecoembes, Iberdrola, Banco Santander o Danone, además de un gran número de asociaciones y federaciones han firmado el documento. 55 entidades se han comprometido a cooperar en la transición.
Las fuentes del Ministerio han confirmado al periódico que “en cuanto sea posible se iniciará la tramitación de una nueva ley de residuos y se procederá a revisar la normativa de envases”, de acuerdo con el Plan de Acción para la economía circular de la Comisión Europea.
Además, el Ayuntamiento de Madrid, bajo el gobierno de Carmena, puso en marcha MARES, un proyecto financiado, en su mayoría, por la iniciativa Urban Innovative Actions de la Comisión Europea. Dentro de MARES, hay proyectos que van desde una empresa que da materiales escénicos en desuso a compañías sin recursos de Madrid, hasta una red de juguetes de segunda mano o de recuperación de aparatos eléctricos y electrónicos para evitar su reciclaje prematuro.
Por otra parte, Empleaverde, una iniciativa de la Fundación para la Biodiversidad que promueve las oportunidades de empleo y de negocio que ofrece la economía verde y circular, ya está en marcha. Según se ha aprobado en las últimas tres convocatorias, se van a distribuir 878.074 euros en nueve proyectos.
Cabe destacar también que la semana pasada, durante la presentación del Informe sobre la situación de la Economía Circular en España de la fundación Cotec, su director, Jorge Barrero, advirtió: “No estamos aprovechando la recuperación económica para avanzar hacia un modelo de producción más circular, es decir, más eficiente y sostenible”.
Empresas españolas pioneras
El motor del cambio: la concienciación de que hay un problema para el que existe una solución.
En España ya hay empresas que basan su modelo de negocio y de producción en la economía circular. El ejemplo más claro es Ecoalf. Su proyecto Upcycling the Oceans nació como respuesta a una cifra: en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos. La iniciativa persigue un triple objetivo: “Eliminar de nuestros océanos los desechos que dañan los ecosistemas marinos; dar una segunda vida a los residuos recuperados a través de la economía circular y concienciar sobre el problema global que supone la basura marina”. Una vez recuperados y traídos a tierra por una red de más de 3.000 pescadores con los que trabajan, los residuos marinos se clasifican y almacenan según su naturaleza para ser reciclados y convertidos en un filamento de polyester.
Por otra parte, España es el séptimo país de la Unión Europea que más comida desperdicia con 7,7 millones de toneladas al año, según datos de MAPAMA. Se calcula que un restaurante tira al año una cantidad de comida (perfectamente comestible) equivalente a 3.000 euros. Con lo que se desperdicia se podría cubrir una alimentación de calidad para las personas más necesitadas de nuestro país.
Para enfrentar este problema nació Nice to eat you, definida en su web como “una startup de economía circular creada con una clara misión: reducir el desperdicio de alimentos y a la vez generar beneficios en la sociedad y el medioambiente”. ¿Cómo? A través de una plataforma en la que se publican ofertas de alimentos que los comercios no han logrado vender a lo largo del día, con un 40% de descuento.
El futuro del planeta afecta a todos. Un problema de esta escala requiere cooperación: de las empresas, las administraciones públicas, los gobiernos, las asociaciones… y también de cada uno, en su día a día, con su grano de arena. Pensando qué se consume, cómo se consume, a donde irán a parar los restos de lo consumido. También requiere creatividad: pensar nuevas formas de hacer las cosas, innovar, desligarse de lo que se ha hecho hasta ahora. Por último, el motor del cambio: la concienciación de que hay un problema para el que existe una solución. La educación, siempre como base. Como dice Sandra Martín: “Esto es una relación de interdependencia, tal y como funciona la naturaleza”.
Texto original en: https://theobjective.com