J.M. Ormaetxea, el hombre que hizo de la utopía una realidad
Las conversaciones que mantuvimos con Ormaetxea no pueden interpretarse como la biografía de un empresario exitoso sino el encuentro con una persona con sentimiento de pertenencia a una comunidad y con ideas que expresa en voz alta. Se trata también de un lugar, un pueblo (Mondragón), en el que nace el Movimiento Cooperativo; una forma de vida y pensamiento. En definitiva, un relato de una experiencia humana comprometida con su entorno y entrega a los demás: su familia, sus cooperativas, sus amigos, su Mondragón, su Euskadi… y una actitud con los acontecimientos políticos y los cambios sociales.
En clave de sinceridad y confianza
Estas conversaciones y el libro, en definitiva, son una ventana abierta que nos permite conocer mejor quién fue José María, retomando imágenes y recuerdos de su niñez, de su paso por la Unión Cerrrajera de Mondragón, donde a temprana edad asumió grandes responsabilidades. Es, un repaso histórico a los éxitos y logros alcanzados, sin omitir momentos de grandes dificultades, dudas, reflexiones y decisiones difíciles.
En cuanto al enfoque de estas conversaciones, ante todo he buscado que sean útiles como material de estudio, análisis y reflexión para un amplio colectivo de personas, que van desde los socios y socias de las cooperativas a la juventud, colectivos de universidades, centros de formación profesional y a la sociedad en general.
A lo largo de estos diálogos sus palabras han viajado en la dirección de las ideas, sobre todo, en clave de sinceridad y confianza. Al respecto, recupero algunas frases suyas: “dando más confianza se avanza más en el trato, en la amistad y en las intimidades de los afectos”; “aprendimos en comunidad a comprometernos, a asumir tareas y a conducir a otros hombres y mujeres. La educación despertó y fortaleció nuestra ambición, y de la entrega surgió la esperanza, aun a pesar del sufrimiento y de la adversidad”.
Esfuerzo renovador y entrega a los demás
Este hombre, que tanto se ha exigido a sí mismo, ha exigido también mucho a los demás en cuanto a formación, participación y compromiso.
Cuando le escuchaba, me percataba de su esfuerzo renovador y esa entrega a los demás. Él creía en utopías y caminaba hacia ellas, y algunas consiguió alcanzarlas. Explicaba cómo desde su época de aprendiz siguió a un líder carismático, Don José María Arizmendiarrieta, y desarrolló su utopía. “La utopía es una plan, un proyecto, una supuesta ficción ideal, tal vez irreal, pero no imposible. La única manera de hacerla realidad es encaminarse hacia ella como objetivo verosímil. El tiempo y la constancia, la relatividad, y la fe en ese logro nos han demostrado en ocasiones que la utopía llega a hacerse realidad. Hay que proponérselo como objetivo” decía.
De estos encuentros he percibido que Ormaetxea no fue solo confundador, gestor y trabajador de cooperativas. Fue, por encima de todo, un creador y un estudioso de las necesidades que depara la vida cotidiana. Convencido de que “la solidaridad es el mejor camino para hacer más justa y más digna la vida colectiva; en la lucha por frenar el impulso hedonista de pensar solo en uno mismo y atender únicamente a los intereses más próximos; la búsqueda y satisfacción de necesidades e intereses comunes”.
José María Ormaetxea: curiosidades
- Aunque tenía 90 años, José María mantenía una exquisita memoria de lo vivido; sin duda la base para este libro.
- Con 9 años estuvo refugiado en un campo, donde cambiaba las alpargatas (para que fueran del mismo color) por 20 postres.
- Ya con 19 años y en pantalón corto era el jefe de taller de 240 personas, que alternaba con la gestión de los comedores para los obreros y la dirección de la biblioteca de la Escuela de Aprendices.
- Destacó la importancia del txikiteo en Mondragón, donde en aquellos años se cuajaron nuevas relaciones y donde se comentaba esa nueva manera de trabajar; era una incógnita. Había mucha curiosidad.
- Ormaetxea fue imprescindible para el desarrollo del movimiento cooperativo.Fue un intelectual por encima de empresario. El hombre que hizo de la utopía una realidad
- Tenía un gran respeto y admiración por la gente que sabía trabajar con las manos, por el conocimiento del oficio, por el trabajo con disciplina y rigor.
- En su vida sufrió grandes pérdidas; las que más le marcaron fueron dos: su mujer Maite y Fagor.
- Tenía una gran admiración por Maite, su mujer. Una mujer con una humildad excepcional que hizo que él se pudiera dedicar a la experiencia cooperativa. De hecho, fue ella quien le animó a mantener estas conversaciones.
- ¿El futuro? tenía esperanza pero decía que“hay tanta comodidad. No hemos sabido transmitir el esfuerzo. Hay que socializar la esperanza porque se está privatizando. La comunidad, el nosotros, está por encima del yo”.
- Sobre Internet y las redes sociales, decía “estamos sustituyendo la vida real por la utilización sistemática de Internet. Soy escéptico con las redes sociales, no enseñan a dialogar. Éstas se desarrollan en los centros de trabajo, en la calle respirando con los demás, … prefiero la interacción y enfrentarse a las dificultades, el diálogo en vez de estar aislados,solitarios ante el ordenador,la tableta o el teléfono móvil”.