Contra el efecto Rashomon
La necesidad que trataban de cubrir estas herramientas era la de captar información del entorno competitivo y compartirla y debatirla entre los gestores de la estrategia de los negocios, de una forma sistematizada. Era habitual iniciar un proceso de reflexión estratégica y encontrar que el conocimiento del mercado y el saber hacer de la empresa estaban dispersos o desactualizados, cuando no residían en la mente o en el cajón de alguno de los expertos en la cuestión, por decirlo de alguna manera, eran instrumentos de poder y se mantenían semiocultos en la organización.
Una de las virtudes del SIC era el romper con esos egoísmos y poner a disposición de todos los gestores esa riqueza de conocimiento para cuestionarla, debatirla y terminar concluyendo con una visión compartida y objetiva de los escenarios que afectaban a los factores clave del negocio. Desde ese momento, la empresa estaba ya en disposición de iniciar la definición y las acciones en que se concretarían sus apuestas estratégicas.
Interpretación de la realidad
Aun considerando este procedimiento adecuado, hay barreras cognitivas difíciles de superar. Como ejemplo, traigo aquí el denominado efecto Rashomon, que adoptó ese nombre de la famosa película homónima de 1950 de Akira Kurosawa. En ella, varios testigos e implicados describen un suceso dramático: la violación de una mujer y el asesinato de su marido a manos de un bandido. Todos ellos hacen un relato verosímil de los hechos y de las pruebas encontradas, pero ninguna de las versiones parece completa y compatible con las otras.
Aquí las preguntas nos asaltan: ¿la percepción y memoria de nuestros testigos está condicionada por la subjetividad de sus valores o experiencias y nos será imposible conocer la verdad objetiva? ¿Los testigos deforman intencionadamente su declaración por intereses desconocidos?…
“Estamos en un mundo complejo en el que es necesario colaborar para acceder al conocimiento real”
Estos planteamientos cinematográficos supusieron un despertar del relativismo y del cuestionamiento de las verdades absolutas para todo grupo, tiempo y lugar. Sin embargo, el propio Kurosawa declaró que su verdadera intención no era esa, sino la de manifestar el peso del egoísmo de los humanos a la hora de interpretar la realidad. Al finalizar, uno de los personajes, el leñador, dice: “todos mienten”, “todos son unos egoístas”. Y posteriormente, el mismo personaje reacciona ante esta constatación con un gesto altruista y generoso, con el que parece que Kurosawa nos abre a la esperanza para poder confiar en la humanidad.
Así que, volviendo a la empresa, a nivel estratégico ¿seremos víctimas del efecto Rashomón? ¿Siendo capaces de captar la información de los “testigos” del mercado y de los procesos, nos va a ser imposible armar un modelo coherente con ella?
Contra este efecto Rashomon, que quizás sea imposible de erradicar en su totalidad, nuestras armas más poderosas siguen siendo la cooperación y la intercooperación, trabajar y comunicar con generosidad, dando confianza y recibiéndola. Estamos en un mundo complejo en el que es necesario colaborar para acceder al conocimiento real. Sólo así, observando y compartiendo información, llegaremos a conocer la verdadera situación competitiva de nuestros negocios, o incluso a hacer que nazcan otros nuevos.