Erradicar la pobreza extrema

Erradicar la pobreza extrema

Jose Antonio Mendikute, miembro de Mundukide.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el conjunto de medidas de la Organización de Naciones Unidas para proteger el planeta y compartir la prosperidad entre todas las personas, están encabezados por “poner fin a la pobreza en todas sus formas” para el año 2030, una meta que han suscrito prácticamente todos los gobiernos del mundo.
13/07/2017

Los expertos en desarrollo económico señalan que tenemos  hoy la capacidad, quizás por primera vez en la historia, de eliminar totalmente  la pobreza extrema, aquella en la que se encuentran los colectivos con ingresos inferiores a 1,9 dólares por persona y día.

Se calcula que es un 10% de la población mundial la que soporta esas condiciones y la mitad de ese colectivo está localizado en el Africa sub-sahariana o Africa negra, donde se ubican países con situaciones de  emergencia alimentaria.

Las estadísticas del Banco Mundial  muestran el avance conseguido en los últimos 23 años en la reducción de la pobreza extrema, que ha descendido desde 1.800 millones de personas en 1990 hasta 800 millones en 2013, lo cual representa  una disminución en torno a 43 millones por año.

Los expertos opinan que no será fácil mantener este ritmo de progreso en la erradicación de la pobreza en los próximos años, porque viene influido, entre otros condicionantes,  por el elevado nivel de crecimiento económico logrado por algunos grandes países en las últimas décadas, como China, en el que prácticamente ha desaparecido la pobreza extrema.

Donde se ha avanzado mucho ha sido en el conocimiento y en la evidencia empírica para reducir la pobreza en el mundo. Aunque las situaciones no son las mismas en todas las regiones, hay un consenso entre los expertos para desarrollar ciertas estrategias que permiten avanzar con firmeza en la consecución de un crecimiento económico inclusivo.

 No hay ninguna duda de que deben priorizarse las actuaciones dirigidas a elevar el nivel educativo de la población y a realizar inversiones para mejorar las infraestructuras, a fin de que tanto las personas como los países aumenten su capacidad productiva.

 Las tres líneas de trabajo de Mundukide actúan con esa finalidad: a) creación y asistencia a cooperativas, adecuando la experiencia del cooperativismo  de Mondragón a las comunidades del Sur; b) desarrollo agrícola, para que puedan producir lo suficiente para comer y lograr un pequeño excedente que les permita acceder a bienes de primera necesidad, y c) capacitación de las personas, una parte fundamental de la actividad de nuestros proyectos, para avanzar en el desarrollo socioeconómico de las mujeres y los hombres de las comunidades.

 Un segundo conjunto de medidas se orientan a garantizar la protección social de las poblaciones más vulnerables, con el objetivo  de que puedan hacer frente a situaciones de enfermedad, desempleo y desastres naturales.

 Y dadas las habituales situaciones de desigualdad, es necesario introducir una mayor progresividad en el sistema tributario, para favorecer la redistribución de la renta y, junto con la ayuda internacional, financiar las políticas antes citadas.

 A las dificultades propias de poner en marcha cualquier programa de desarrollo hay que añadir las situaciones de conflicto en que viven algunos países. Es el caso de Sudan del Sur, una nación del África oriental, donde padecen una hambruna, esta vez no a consecuencia de la sequía, sino a las sangrientas luchas por el poder y el petróleo.

 En casos así, son las ONGs, con dificultades para realizar su trabajo a causa de los combates, las únicas que continúan aportando ayuda a la población, dado que sus Estados acaban destinando la mayor parte de los recursos a la guerra.