Llevaba ya cinco años en la residencia de Aretxabaleta, y el virus pudo con ella. Humilde y fuerte, trabajadora y bondadosa, el vacío que deja lo podremos en parte cubrir con los hermosos recuerdos que nos dejó, una vida dedicada a su familia. Una vida que sabemos que ha sido muy feliz, con sus altibajos, pero que mereció la pena.

Desde estas líneas quiero agradecer a todo el personal de la residencia GSR Debagoiena su dedicación para cuidar a Piedad, tanto durante los años de enfermedad como en estos últimos días. Arriesgando su salud, médicos, auxiliares, limpiadores, y un largo etcétera han estado allí para asegurar, en la medida de lo posible, su confort y su bienestar en el trance final.

Desde el primer momento nos dieron toda la información y nos apoyaron con sus palabras de consuelo. Aunque se hace muy duro no haberla podido despedir como nos hubiera gustado, haberla abrazado una vez más, sabemos que durante sus últimos días, sus últimas horas, estuvo acompañada, arropada, y que se fue en paz.

Gracias a todos los profesionales de GSR Debagoiena y a los que hayan contribuido a que el desenlace fuera lo menos doloroso posible. Eskerrik asko bihotz bihotzez.