
"Ciudad cerrada"
A los visitantes extranjeros les sorprende la aparición de esta joya nórdica en un país del sur de Europa. Sin embargo, para los locales, o quizás más para los que debemos desplazarnos a ella desde el resto de Euskadi, resulta una tortura llegar al corazón de la ciudad: rotondas, semáforos, carrilitos sinuosos que aparecen o desaparecen y, especialmente, una señalética digna de ser expuesta en el museo de arte moderno.
Este ofuscamiento que me asalta cuando rondo por la ciudad se ha visto corroborado por una noticia publicada el pasado verano en la que se informaba de que “Vitoria es la ciudad española donde es más difícil conducir” y “…la tercera peor del mundo” (Telecinco, noticias de Euskadi, 30/08/24). En cierto modo, ha sido un alivio saber que yo no era el único que lo sufría, y reconozco que no siempre en silencio. Algo debería hacerse desde la disciplina denominada “economía urbana” para analizar el caso de esta ciudad que tanto prometía.
La cuestión es que, la arteriosclerosis en los flujos circulatorios, que afecta no sólo a la movilidad sino también al desarrollo económico de la zona, se me torna similar a lo que puede llegar a ocurrir en las organizaciones.
Con frecuencia, los modelos de gestión chocan con las corrientes de trabajo naturales y crean barreras que taponan el flujo de información y de confianza, impidiendo que estas circulen con libertad y con sincronía. Teniendo todos los medios, los mejores recursos, las mejores personas, no se logran acciones coherentes y sinérgicas.
“Con frecuencia, los modelos de gestión chocan con las corrientes de trabajo naturales y crean barreras que taponan el flujo de información y de confianza, impidiendo que estas circulen con libertad y con sincronía”
Probablemente los responsables de la gestión tengan alguna responsabilidad en este asunto, pero también hay algo más. Creo que hay un acumulo cultural que comparten las personas que componen la organización. Formas de comunicarse y de trabajar que se van heredando y asentando… contagiando.
Quizás Vitoria, convertida desde sus inicios medievales en una fortaleza defensiva entre Navarra y Castilla, ha mantenido ese talante a través del tiempo y este espíritu impregna a sus habitantes, o al menos a las personas que diseñan y regulan el tráfico de la ciudad. Todo parece concebirse para mantener a los foráneos alejados de la torre de la Catedral-Fortaleza de Santa María: Una ciudad cerrada.
En los debates preliminares a la conformación de la Política Socioempresarial 2025-2028 de MONDRAGON se manifestó la sensación de lejanía de muchas cooperativas y de sus socios respecto a las estructuras corporativas y en algún caso a la escasa interiorización de la Experiencia Cooperativa. Ahora, en el desarrollo del eje estratégico del Compromiso e Identidad Cooperativa, se recoge la voluntad de impulsar la comunicación transparente y lugares de encuentro que propicien la cercanía entre las personas socias, las cooperativas y las estructuras de MONDRAGON.
Habrá que revisar cómo está el “tráfico corporativo” y ver cuánto lleva el alcanzar la torre central, o viceversa, cuánto el acercarse a cada cooperativa. Tal vez sea el momento de asegurarnos de que nuestro modelo no es el de una ciudad cerrada.
Porque, a lo de Vitoria… no le veo fácil solución.