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“Nuestro ADN cooperativo es un aliado para la transición hacia el futuro del trabajo”
Con el futuro del trabajo ¿hay que echarse a temblar? ¿Es más una amenaza o una oportunidad?
La revolución tecnológica y digital presenta una doble cara: por un lado, ofrece notables posibilidades para el progreso material y el bienestar de las personas; y, por otro, amenaza la pervivencia de numerosas profesiones y de millones de puestos de trabajo.
Entre científicos, académicos y expertos en la cuestión encontramos dos visiones diferentes: tecno optimistas y tecno pesimistas. Ambas visiones difieren en la valoración de si se destruirán más empleos que los que se generarán, y del impacto más en positivo o en negativo del desarrollo tecnológico.
Aunque desconocemos si se crearán o destruirán más empleos, lo que sí sabemos con suficiente claridad es que se crearán nuevos y desaparecerán otros.
Desaparecerán los empleos más rutinarios y por ello más automatizables, y no sólo manuales sino también cognitivos. Estas tendencias nos impactarán de forma importante pero no podemos quedarnos con la sensación de amenaza. Nos deben empujar a tomar las riendas sobre lo que podemos hacer y a actuar a tiempo.
¿Estamos abordando correctamente el reto en MONDRAGON?
Tenemos muchos mimbres para estar a la altura de la exigencia del reto y estrategias en marcha para abordarlo. Lo que va a sustentar proyectos competitivos y personas con alta empleabilidad es una cultura de empresa, unos hábitos organizativos y personales, en los que trabajar y aprender sean conceptos naturalmente integrados. Y siempre sobre la base de la corresponsabilidad entre cooperativa y persona.
¿Y cuáles son nuestras líneas de trabajo?
Señalaría principalmente dos. Por un lado, ayudar a las cooperativas en los qués a través de una planificación estratégica de personas por cooperativa o por división. Necesitamos tener una imagen a medio y largo plazo del impacto de las tecnologías, las variaciones de las cadenas de valor y los cambios de los modelos de negocio en nuestros colectivos.
Esa proyección, que deberemos ir ajustando constantemente, nos da las respuestas sobre qué perfiles debemos incorporar y cuándo hacerlo, y también nos indica la capacitación que deben adquirir nuestras personas para mantenerse actualizadas y evitar la obsolescencia profesional.
Y también en los cómos, ofreciendo metodología para generar cultura de aprendizaje y fortaleciendo el ecosistema de aprendizaje que tenemos entre las cooperativas, Mondragon Unibertsitatea y Centros de Formación Profesional. Y, por otro lado, ayudar a las personas, con orientación y apoyo personalizados en sus procesos de aprendizaje y en sus transiciones profesionales; activando a las personas para que asuman un rol protagonista en su propia recualificación; y con procesos de aprendizaje prácticos, eficaces y adaptados al contexto de trabajo.
El hecho cooperativo, ¿qué lugar ocupa en el trabajo del futuro?
Nuestro ADN cooperativo tiene potencialidades significativas para abordar el futuro que hemos perfilado. Pero tenemos que saber aprovecharlas, y sin trabajarlas no serán realidad.
En palabras de Alfonso Gorroñogoitia, nuestras Experiencia Cooperativa surgió con el propósito de “transformar la empresa dándole la centralidad a la persona y al trabajo; y ponerla al servicio de una sociedad más justa, generando riqueza y repartiéndola equitativamente”.
En la economía del futuro, dos aspectos recogidos en esa declaración serán claves: por un lado, nuestra capacidad de generar compromiso en las personas, clave de competitividad en una economía del conocimiento. En esta economía, las empresas deben ganarse no solo las manos de las personas, sino también sus mentes y sus voluntades. El compromiso mental y emocional con el proyecto de empresa es una variable competitiva cada vez más relevante. Toda empresa buscará lo mismo, pero nuestro modelo cooperativo tiene una legitimidad y un diferencial al situar realmente a la persona en el centro de la actividad económica, con poder de decisión determinante. Esta es una característica estructural difícil de igualar que debe redundar en mayor implicación, proactividad y alineamiento.
Por otro lado, el compromiso con la transformación social de su entorno ha sido la razón de ser de las cooperativas desde sus inicios, el para qué de la Experiencia Cooperativa.
Ahora que las agendas públicas están orientadas al marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la sociedad pone cada vez más en valor una actividad económica sostenible, social, económica y medioambientalmente, el modelo cooperativo tiene adquiere una vigencia y referencialidad que debemos poner en valor.