“Necesitamos a Ryan”
Elaborando documentos corporativos de perspectivas para la planificación, ha resultado curioso constatar que, a medida que han pasado los años, la predicción de indicadores económicos, inicialmente acotada por unos parámetros locales tradicionales, ha ido relegando su protagonismo en favor de otras preocupaciones de fondo, muchas veces de carácter geopolítico, fruto de que la globalización y el crecimiento del comercio internacional han ido ampliando la velocidad de las interacciones, llevándonos a depender de un panorama de variables y voluntades mucho más amplio y volátil.
La anticipación de la ficción
En este sentido, la capacidad de pronosticar la aparición de un cisne negro, un evento disruptivo de difícil predicción y gran impacto global, ha sido uno de los focos en los que se han centrado los gabinetes de predicción. Hasta hace poco, esta labor me parecía condenada al fracaso, por los fiascos ya sufridos por muchos adivinos.
Sin embargo, como es habitual en esta colaboración, acudo de nuevo a la ficción para descubrir con asombro que, con cierta antelación, algunas series nos van poniendo miguitas que avisan del acaecimiento de algunos de estos eventos extraordinarios. No sabría decir quién susurra al oído de los guionistas, pero algunas coincidencias resultan perturbadoras.
“Algunas series nos van poniendo miguitas que avisan del acaecimiento de eventos extraordinarios. No sabría decir quién susurra al oído de los guionistas, pero algunas coincidencias resultan perturbadoras”
Mi ejemplo favorito: La serie Jack Ryan, de Tom Clancy (Amazon Prime Video) donde el protagonista es un analista de la CIA que pasa accidentalmente de la mesa del despacho al campo de la acción. En todas las temporadas emitidas, con las licencias dramáticas pertinentes, se han anticipado situaciones y detalles sorprendentes de algunos asuntos claramente reconocibles en hechos reales posteriores, y que a mí no me parecerían de tan fácil vaticinio. Los argumentos han versado sobre el terrorismo islámico de raíz europea, la deriva venezolana, la guerra en el Este de Europa (Chequia según la serie) y el poderío del narcotráfico. Quizás, ver la serie una vez desencadenados los hechos posteriores haga que se pierda la emoción del descubrimiento anticipado; si bien es verdad, que hasta que las situaciones no se han materializado, no se es consciente de la información privilegiada que aportaba su visionado.
He de reconocer que lo que más me inquieta ahora es que este Jack Ryan ha llegado a su fin. No habrá más temporadas: ¿Es que ya no va a suceder nada de este calado en el futuro próximo?, o simplemente, ya no nos lo quieren contar…
Mi conclusión es que también necesitamos a Ryan, o a su guionista, o en último caso, a la voz que susurraba al guionista. En cada una de nuestras reflexiones estratégicas debemos tratar de desvelar los condicionantes de nuestro futuro y para eso, más nos vale que nuestro Ryan particular se lo esté contando a quienes definan la estrategia del negocio… ¿Qué tal un poco de vigilancia estratégica?