No a la guerra

No a la guerra

Josu Urrutia Beristain, director de Mundukide.
Cuando preparaba este artículo, empezaba la guerra en Ucrania. Ahora los bombardeos y las muertes son en Europa y cada día nos llega nueva información del conflicto y los ataques en la zona.
02/03/2022

Desgraciadamente, la de Ucrania no es la única guerra que hay en el mundo. En Mozambique, donde trabaja Mundukide, y también en Etiopía, hay conflictos y en Colombia asesinan todos los días a campesinos/as.

De hecho, según datos del Departamento de Investigación de la Paz y Conflictos de la Universidad de Upsala, en 2020 se registraron más de 80.100 muertes por violencia organizada. El programa de datos registró una cifra récord de 56 conflictos en el Estado en 2020, incluyendo ocho guerras. La mayor parte de los conflictos se produjeron en África, donde se registraron 30 conflictos estatales en la región, incluidos nueve nuevos o reanudados.

Por ello, al igual que la Coordinadora de ONGDs de Euskadi, Mundukide se suma a la comunicación de la Coordinadora de ONGDs del estado español.

La guerra de Ucrania, como en todas, tendrá terribles consecuencias sobre la población civil. Por tanto, queremos mostrar nuestra solidaridad con las víctimas de los ataques de estos días, así como con la población civil que teme por sus vidas.

No solo pedimos que se detenga el ascenso militar, sino que se cese la violencia. Todos los agentes implicados en este conflicto deben frenar los ataques y las posibles respuestas armadas e iniciar un proceso de diálogo y paz inmediato y real para garantizar el Derecho Internacional Humanitario. Hay que garantizar los derechos humanos y proteger a la población civil, especialmente a la infancia, las infraestructuras civiles, las escuelas y los hospitales.

Antes de este conflicto, la situación era muy preocupante, había casi tres millones de personas con necesidad de atención humanitaria. Las ONGD presentes en la región y las que trabajan con los entes locales nos han expresado su preocupación sobre el desenlace que se ha producido en las últimas semanas y el posible aumento de las necesidades humanitarias. La ejecución del Derecho Internacional Humanitario debe garantizar el apoyo de las agencias de las Naciones Unidas y de las organizaciones que trabajan con los entes locales. Hay que garantizar el trabajo de todos ellos en condiciones de protección.

Hoy más que nunca, queremos recordar que si queremos la paz tenemos que construir la paz. Muchas organizaciones sociales realizan un trabajo de gran recorrido para identificar y denunciar las causas reales y estructurales de los conflictos, para que no se expliquen para transformarlos, desmilitarizar las mentes y promover una cultura de paz. Como organizaciones que trabajamos por los derechos humanos, la paz y la acción humanitaria, pedimos que nuestros puntos de vista se tengan en cuenta en la política exterior. Como sociedad civil organizada reivindicamos nuestro papel para promover la paz y la convivencia. Estas últimas hay que tenerlas en cuenta para cualquier solución.

Responsabilidad política

La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad y allanar el camino hacia la paz.

Pedimos a la Unión Europea en general que actúe con responsabilidad y cese en esta tendencia bélica. Nuestros gobiernos deben dar el paso adelante y apostar por el fin del conflicto.

Cada vez hay más conflictos y hay que atajarlos de raíz. La guerra debe ser un último paso que asusta. Por ello, defendemos procesos de prevención, convivencia y cultura de paz. Los estados y las estructuras internacionales deben apoyar estos procesos y contar con el protagonismo de la sociedad civil en la que están implicados, especialmente porque las mujeres han hecho grandes contribuciones a la paz en todos los rincones del planeta, según reconoce la resolución 1325 de las Naciones Unidas.

Construir la paz y consolidarla necesita diálogo y paciencia, y es un proceso difícil de profundas transformaciones. Algunos agentes que tienen como objetivo promover la paz deben activar mecanismos innovadores para estabilizarla. En este sentido, las sanciones económicas han demostrado que pocas veces resuelven las causas de las guerras y los problemas estructurales, y que pueden aumentar el sufrimiento de la sociedad civil y aumentar la vulnerabilidad de las personas ante la pobreza y las desigualdades. Por todo ello, hay que ofrecer otras alternativas para revertir este ascenso militar para garantizar los derechos humanos.

Pedimos a los medios de comunicación que actúen con responsabilidad para evitar la desinformación y la propaganda, así como que abandonen el lenguaje de la guerra y los relatos parciales. Además, rogamos a la ciudadanía que tenga en cuenta que también estamos en una guerra de desinformación en los medios y en el ciberespacio. Les pedimos que hagan un uso crítico de la información y exijan que el periodismo no sea parte de la guerra, sino un recurso activo para lograr la paz, que ofrezca una información rigurosa, ética y honesta para entender lo que está pasando y que ayude a empatizar con el sufrimiento causado por la guerra.

Ciudadanos/as como la situación lo requiere
Una vez más, la sociedad opta por la paz. En muchos lugares se han convocado movilizaciones contra la guerra, por la paz y en solidaridad con las víctimas. Animamos a la ciudadanía a participar en algunas convocatorias emergentes. Los gobiernos deben volver a escuchar nuestro clamor de que la paz es el único camino.